
“No todo el país está en éxtasis ante la boda real”, aseguró Graham Smith, dirigente del grupo antimonárquico Republic, a unas 200 personas congregadas en una céntrica plaza londinense.
La fiesta “Not the Royal Wedding” fue convocada por Republic, grupo según el cual hay entre 10 y 12 millones de británicos republicanos.
Con esta fiesta, Republic asegura celebrar la “democracia y el poder popular, y no a los privilegios heredados”.
El comunicador opinó que la cobertura del enlace monárquico “es una maniobra indecente, teniendo en cuenta la tremenda crisis económica que empobrece a las grandes mayorías dentro de la Unión Europea”; en este sentido hizo énfasis en el derroche de “recursos económicos, políticos y mediáticos en una operación de imagen para tratar de recuperar el prestigio de una institución tan rancia como la monarquía británica”.
Martín agregó que resultaría enriquecedor que algún medio se aproximase a la noticia desde el punto de vista de su contexto, “quién la paga, quién obtiene los beneficios y como el relato de los hechos distorsiona la auténtica realidad y vende a las grandes mayorías sentadas ante la fascinación del aparato de televisión unas imágenes que no tienen nada que ver ni con la realidad de la monarquía, ni con la realidad de esa ceremonia que es un matrimonio entre dos seres humanos como cualquier otro, ni la realidad de la institución, ni de de los objetivos que se persiguen con toda esta maniobra”.
El experto apuntó que es muy importante para la monarquía británica utilizar este evento para limpiar su imagen pública, justo en momentos en los que “el 20 o 25 por ciento de los británicos consideran que la República sería un régimen mucho más adecuado para el siglo XXI”.
Paco Arnau, analista de medios y director del portal ciudadfutura, afirmó por su parte que los temas de la cobertura de las nupcias se centran “fundamentalmente, en banalidades, quien es invitado o no en la boda, como va a ser la tarta, el vestido de la novia, la orquesta, la comida, el menú, el convite, etc.”.
Sobre la jerarquización de las noticias sostuvo que, “en estos tiempos los medios de comunicación en Europa Occidental se están dedicando a dar una versión de la realidad muy determinada, tanto en conflictos internacionales (…) como en el caso de otras informaciones de entretenimiento de masas, en este aspecto acontecimientos como la boda del Príncipe Guillermo, digamos que también cumplen su función de ofrecer una imagen irreal, que no tiene nada que ver con la propia realidad social que se está viviendo en países como España”.
Como ejemplo destacó que en la portada del periódico de mayor circulación de Madrid convivían dos titulares, uno sobre la Boda Real y otro sobre “la llamada clase media española que como producto de la crisis se está dedicando a rebuscar en los contenedores de los supermercados alimentos caducados, de una forma o de otra están relacionadas ambas cosas, la imagen irreal que se da en los medios de un mundo ficticio, como el que entraña la monarquía (versus) la propia realidad social de unas clases que en un momento dado se creyeron clase media y que pensaban que ese mundo Real estaba a su alcance mediante la sociedad de consumo”.
El experto agregó que “se aprovechan de las boda reales y otro tipo de espectáculos para ejercer un papel de distracción popular, es decir, la televisión como arma de distracción masiva”. Este particular fue complementado por Martín, quien dijo que toda la cobertura trata de dejar atrás la mala imagen de la realeza británica luego del escándalo del divorcio de Lady Diana de Gales (esposa del príncipe Carlos), su vida dedicada a causas humanitarias y su posterior muerte trágica; eventos que eclipsaron a la Casa Real de Windsor
“Están tratando de recuperar la imagen, en que vuelvan a hablar de la cenicienta, de la mujer que quiere ser cenicienta, la pareja moderna que trata de dar otra visión de la Casa Real cuando ya como institución política no tiene nada que ver su papel por las relaciones de su miembros sino por la eficacia y justicia de la administración para la gobernación de un país”, sentenció Martín.
La dura realidad
A sólo horas de la Boda Real en Inglaterra, el despliegue mediático en Londres ha desviado el interés de la prensa en problemáticas que aquejan a la sociedad británica como la economía, los impuestos y los salarios.
Treinta y tres estudios de televisión están frente al palacio real, 40 sets de transmisión se apostan a lo largo del recorrido del cortejo nupcial, un centenar de medios internacionales darán cobertura con un equipo de más de 350 fotógrafos, 400 cámaras de televisión y ocho mil 500 miembros de la prensa acreditados; además se estima que el evento sea seguido por más de dos millardos de personas.
La Boda se prepara al margen de los millones de ingleses que están afectados por el mayor recorte del sector público desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que esperan que sus voces y reclamos sean escuchados.
“La boda real hubiera podido ser mejor planeada, pues no muchas personas se dan cuenta de las serias implicaciones que el receso traerá para la economía del país. Los sectores de servicios y manufactura están abatidos con la situación”, manifestó Keith Slater, miembro de la Cámara de Comercio de Oxfordshire.
Asimismo, la celebración que estuvo custodiada por un intenso operativo de seguridad, donde participaron unos cinco mil efectivos, le costará a la nación unos 32 mil millones de dólares.
Los gastos de la boda, que siguió todos los cánones tradicionales según las costumbres monárquicas, fueron cubiertos con dinero de las arcas públicas. Sin embargo, las autoridades británicas dijeron que el “aporte” económico a la boda sólo cubriría la seguridad del evento.
El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, no explicó que ese dinero sale directamente de los bolsillos de los ciudadanos que en estos días sufren los recortes en sectores como educación y salud impulsados por el Ejecutivo.
Según una portavoz del palacio de Buckingham, “los novios son conscientes de la situación económica”, en referencia al plan de ajuste anunciado en octubre pasado por el Gobierno británico para reducir el déficit fiscal.
La reina Isabel II, cuya fortuna ha sido estimada por la revista Forbes en unos 500 millones de dólares, recibe actualmente unos 42 millones de libras anuales (69 millones de dólares, 47 millones de euros) del Estado para cubrir el presupuesto de la casa real y sus gastos personales.
Cerca de tres de cada 10 británicos (29 por ciento) creen que la boda no es apropiada en el contexto económico actual y más de un tercio (36 por ciento) que no debería ser financiada por el contribuyente, según un sondeo YouGov publicado este fin de semana pasado.